miércoles, 14 de noviembre de 2012

El segundo closet: El Trabajo.




Cuando decidí salir del closet tenía 19 años, y lo hice ( como lo he referido en anteriores post) con la intención de consolidar la relación en la cual me encontraba con una persona 10 años mayor que yo, pero también sirvió para unirme más a mi familia. 

Pero a la par del "closet familiar", soy parte de los millones de personas que a nivel laboral tienen que esconder su orientación sexual. Y en mi caso lo hago para no ser victima de burlas por parte de mis demás compañeros, con clara tendencia homófoba. Se que esto no tendría por que presentarse, pero lamentablemente en mi país los despidos injustificados por ser diferente en la cuestión sexual es una practica cotidiana, disfrazada y escondida por parte de las instituciones sobre todo gubernamentales.

Al hablar de una práctica disfrazada, me refiero al hecho que cuando se presenta el despido ( cuando es por discriminación ) se arma todo un esquema de protección para que la empresa o institución quede librada de cualquier situación que implique subsanar en daño, y  obvio la situación que originó el despido, queda bajo otros argumentos que supuestamente lo soportan.

Tal pareciera que vivo en un pais extraño, en un "macondo" donde cualquier cosa puede pasar, hasta las situaciones más inverosímiles. En este, mi subrealista entorno donde la propia ley se pasa por "el arco del triunfo", y ante esto, no queda otro remedio más que simplemente callar, por que inclusive el  acudir a alguna institución (en el caso de existir) implica sufrir alguna represalia o enfrentar el beto institucional; lo que complica aún las cosas, las propias instituciones que apoyan a la comunidad LGBTI carecen de peso, y la defensa otorgada no ejerce ningún efecto o quedar en insignificantes "recomendaciones".

No hay más que refugiarse como lo comenté en un inicio en este closet laboral. Es difícil lo se. La situación no es del todo simple, y sé que el silencio no es hacer lo correcto, ni mucho menos el callar es valentía, así como estoy consciente del hecho de que este acto pudiera ser intepretado como cobardía. Pero ante un medio hostíl y carente de sentido común o de lugares a donde recurrir para pedir apoyo solo una pregunta lanzo al aire... ¿Donde acudir?.

Lo único que puedo decir es que si me enfrento a un despido injustificado tengo a una familia que me apoya con su amor y comprensión, y que obvio estarán siempre conmigo.




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